¿Cuál es tu estilo cultural?
Cinco escalas para definir tu estilo cultural
Cada uno de nosotros, sea consciente o no de ello, tiene su propio estilo cultural, resultante de los valores básicos de su cultura nacional, estilo que podrá ser objeto de ajustes progresivos al entrar en contacto con otros pueblos y culturas, en especial cuando la exposición a culturas diferentes a la nuestra perdura en el tiempo.
En mi artículo anterior "¿Qué es la inteligencia cultural?" describía la teoría de Brooks Peterson, según la cual la inteligencia cultural es el resultado de cuatro tipos diferentes de inteligencia: lingüística, espacial, intrapersonal e interpersonal. Hablando de inteligencia intrapersonal, introducía el concepto de estilo cultural como elemento esencial para poder desarrollar la propia inteligencia cultural. Como exhortaban los antiguos griegos con la nota frase "conócete a ti mismo", la conciencia de las propias preferencias y actitudes culturales es el primer paso esencial en esta dirección.
Partiendo de las teorías de los más importantes investigadores en el ámbito intercultural, desde G. Hofsteede a F. Trompenaars, desde E.T. Hall a R. Luis, Peterson elabora cinco diferentes "escalas culturales" que por medio del posicionamiento en cada una, le permiten a cada individuo adquirir conciencia con respecto a los valores culturales que influyen en su propio comportamiento.
Cada una de estas escalas se refiere a asuntos que pueden manifestarse tanto a nivel individual como a nivel organizativo o nacional. Es importante tener en cuenta que los ejemplos abajo mencionados se refieren a medias nacionales, las cuales naturalmente no pueden considerar diferencias regionales, religiosas o concernientes a las distintas culturas empresariales que se pueden encontrar dentro de un mismo país.
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Igualdad vs Jerarquía
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Un estilo cultural que se basa en la igualdad conlleva que las personas prefieran decidir autónomamente, tener flexibilidad de roles, gozar de la libertad de oponerse a la opinión de los poderosos, además de concebir las excepciones y pensar que hombres y mujeres tienen derecho a ser tratados de la misma manera.
En cambio, un estilo cultural que se basa en la jerarquía conlleva que las personas prefieran seguir las instrucciones de sus propios superiores, tener roles bien definidos, respetar la opinión de los poderosos, observar normas y líneas guía muy claras, además de concebir que hombres y mujeres se porten y sean tratados de forma distinta.
Un directivo suizo expatriado a Rusia o a China, por ejemplo, en esos países tendrá que emplear más paciencia con sus colaboradores, los cuales esperan recibir indicaciones precisas y detalladas sobre cómo proceder, no por ser incapaces sino porque culturalmente acostumbrados a ejecutar más que actuar pro activamente.
Eso porque Suiza en la escala cultural Igualdad / Jerarquía se posiciona hacia la izquierda, mientras que Rusia y China se sitúan más claramente hacia la derecha.
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Directo vs Indirecto
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Un estilo cultural directo supone una comunicación directa y franca, en la que la manera de expresarse es menos importante que el contenido. Problemas, dificultades o preocupaciones se comunican abiertamente, posibles conflictos se afrontan, las cosas se dicen de forma explícita, sin dejar espacio a la interpretación.
Por el contrario, un estilo cultural indirecto se centra más en cómo se comunica que en aquello que se comunica. Se evita hablar de problemas o dificultades, se trata de evitar los conflictos, las preocupaciones se expresan con tacto y las opiniones con diplomacia. Es muy importante la capacidad del interlocutor para saber "leer entre íneas".
En una conversación de trabajo entre un italiano y un alemán, por ejemplo, el italiano a menudo tendrá la sensación de ser tratado con indiferencia y pensará que el interlocutor es poco educado, mientras que el alemán tendrá la sensación de perder tiempo en charlas inútiles y pensará que el interlocutor está "subiéndose por los cerros de Úbeda", sin llegar nunca a expresar claramente lo que quiere. Eso porque en general el italiano refleja un estilo cultural indirecto y el alemán mucho más directo.
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Individuo vs Grupo
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Un estilo cultural individualista conlleva que las personas actúen basándose en la iniciativa individual, se centren en sí mismas, conciban el hecho de ser anti conformistas cuando así se requiere, entren o salgan de determinados grupos empujados por sus necesidades y deseos personales.
Por el contrario, un estilo cultural centrado en el grupo implica que la identidad del individuo quede definida basándose en la pertenencia a cierto grupo, bien la familia, bien los amigos o los compañeros de trabajo, que los objetivos así como las decisiones se establezcan a nivel de grupo, que las personas tiendan a adaptarse a las normas sociales y que la pertenencia a cierto grupo de referencia sea para toda la vida.
Por norma general, europeos y sudamericanos suelen emplear más tiempo en aceptar a las nuevas personas dentro de su propio círculo con respecto a un norteamericano, acostumbrado a cambiar de trabajo a menudo, a desplazarse también geográficamente, con consecuente tendencia a entrar y salir de diferentes grupos sociales con más flexibilidad. Naturalmente también dentro de las varias culturas europeas existen diferencias: en media españoles y alemanes se posicionan más hacia el lado derecho de la escala, mientras que italianos y franceses están situados más hacia la izquierda.
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Tarea vs Relación
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Un estilo cultural orientado a la tarea implica que las personas se definan basándose en lo que hacen y que en ámbito laboral se centren rápidamente en los asuntos business, dejando de lado los aspectos relacionales. Las relaciones con compañeros de trabajo y colaboradores son más bien impersonales y superficiales.
Un estilo cultural orientado a la relación, en cambio, implica que las personas se definan basándose en quiénes son, en lugar de en lo que hacen. Entablar relaciones de confianza será imprescindible, para poder pasar a tratar asuntos de negocios. Las relaciones con compañeros de trabajo y colaboradores llegan a ser bastante personales debido al hecho de que poco a poco se van conociendo mejor.
Un norteamericano que planea un viaje de trabajo de cuatro días a China, convencido de poder concluir un negocio durante su breve estancia, volverá a su país extremadamente frustrado por el gran número de almuerzos, eventos, rituales de acogida y regalos de cada tipo, percibidos por él como una "pérdida de tiempo". Por su parte, los chinos se sentirán muy agobiados por el norteamericano que intenta acelerar los tiempos y tratar asuntos de negocios en una fase que para ellos debe ser imprescindiblemente dedicada a la construcción de la relación.
Algo muy parecido, aunque en menor medida, le sucederá a un alemán que vaya a París para cerrar un trato.
Eso porque un americano y un alemán se posicionan más del lado de la "tarea" en esta escala cultural, mientras que un chino y un francés se sitúan hacia el lado de la "relación".
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Riesgo vs Prudencia
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Un estilo cultural orientado al riesgo conlleva que las personas tiendan a tomar decisiones basándose en poca información, se centren en el presente y en el futuro, sean favorables al cambio y a la innovación, se sientan a gusto con pocas reglas y con cambios en el último momento.
Un estilo cultural orientado a la prudencia, en cambio, conlleva que las personas sientan la necesidad de reunir información suficiente para poder tomar una decisión, se centren en el pasado, se adapten más lentamente al cambio, deseen más reglas y líneas guía, se resistan más a los cambios de programa del último minuto.
La propensión o aversión al riesgo en sí misma no es ni positiva ni negativa, como siempre cada lado de la escala tiene sus pros y sus contras. En este contexto, podemos constatar que los pueblos más propensos al riesgo son tendencialmente más innovadores, mientras que los pueblos más prudentes tienen mayor capacidad de planificación y de cuidar los detalles, la cual cosa a menudo los lleva a desarrollar excelencias cualitativas incomparables. Para hacer un ejemplo: los americanos pueden presumir de un elevado número de invenciones, pero los alemanes y los japoneses son conocidos indudablemente por sus altos estándares cualitativos en el ámbito de la industria de la maquinaria de precisión.
Eso se justifica por el hecho de que los americanos se posicionan más hacia el "riesgo" en la escala, los alemanes y los japoneses más hacia la "prudencia".
¿Cómo individuar el propio estilo cultural? Hace falta analizar las cinco escalas arriba descritas y reflexionar sobre cuál es la propia actitud predominante en cada una de ellas. Tomar conciencia del propio funcionamiento y de las dinámicas subyacentes a nuestro comportamiento es el primer paso para aumentar nuestra inteligencia cultural, desarrollando ante todo la inteligencia intrapersonal. El segundo paso será intentar posicionar al propio interlocutor en las mismas escalas, adaptando el propio comportamiento a las preferencias culturales del otro o, al menos, siendo capaces de elegir la clave interpretativa correcta frente a comportamientos en apariencia "equivocados" en cuanto distintos a los nuestros (inteligencia interpersonal).
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